martes, 3 de febrero de 2009

La innovación educativa

Publicado originalmente el 21 de octubre de 2008 en mi blog de la Societat Balear de Matemàtiques XEIX.

En ocasiones las analogías sirven muy bien para hacer entender una cosa (aunque siempre corremos el peligro de no coger el ejemplo más adecuado).

Pongamos por ejemplo el trabajo de un médico. A este médico un día se le ocurre dar paracetamol a todos sus pacientes porque, según su experiencia, cree que es el mejor medicamento. Y lo prueba, y ve que hay pacientes que mejoran y otros que no lo hacen con el paracetamol. Así que pasado un tiempo decide que seguirá dando paracetamol en aquellas enfermedades en las que ha ido bien y probar con ibuprofeno en aquellos casos en los que el paracetamol no ha funcionado. Y pasado un tiempo piensa que dando a todos sólo ibuprofeno puede ir mejor que el paracetamol. Y tras probarlo y ver sus efectos decide dar a todos los pacientes una combinación de paracetamol con ibuprofeno, para ver cómo evolucionan.

¿Qué pensaríais de la profesionalidad de este médico? No se vosotros, pero yo no me querría poner en sus manos. ¿Se puede decir que éste es un médico innovador? Si nos fijamos en el significado estricto de la palabra innovar (alterar algo, introduciendo novedades), pues sí. Pero la innovación no puede ser cualquier cosa. El médico debe innovar a partir de lo que ya se sabe en su campo de conocimiento, la medicina. Y en aquellas enfermedades que aún no están suficientemente investigadas o no existen resultados claros, entonces se deja un margen de innovación (que cumpla ciertas condiciones). Y siempre se debe distinguir lo que es innovación de lo que es investigación.

Espero que todo el mundo lo vea claro, porque ahora es cuando dejo de hacer la analogía (o comienzo a hacerlo, según se mire).
Hace poco pregunté a una ponente que explicaba una experiencia piloto con los nuevos planes de estudios de una universidad española, cómo se coordinaba/dirigía/supervisaba/incentivaba/... el cambio metodológico que supone la filosofía del nuevo Espacio de Educación Europeo Superior. Y la respuesta, resumiendo mucho, es que dejaban a cada profesor que hiciera lo que quisiera/supiera en clase y después ellos mismo iban modificando su metodología en función de los resultados obtenidos (y algunos interesados lo compartían con otros compañeros). Esto me recuerda mucho al ejemplo del médico. No se puede hacer "innovación" (entendida aquí en un sentido amplio de la palabra) obviando lo que se sabe en su campo de conocimiento, en este caso la didáctica específica de aquello que se enseña.

Así pues, debemos formar al médico primero enseñándole la medicina y después fomentando la innovación con condiciones de calidad. Y no tiene ningún sentido que cuando el médico innove lo haga sin una fundamentación en la medicina.
Así pues, debemos formar al profesor primero enseñándole a enseñar y después fomentando la innovación con condiciones de calidad. Y no tiene ningún sentido que cuando el profesor innove lo haga sin una fundamentación en la didáctica específica.

Mi conclusión es que la enseñanza no se puede dejar a la arbitrariedad, hay una ciencia detrás que no podemos obviar. En caso contrario siempre partimos desde cero y los perjudicados son nuestros alumnos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si no es molestia dejo un enlace donde encontrar información general sobre el ibuprofeno, que se hace mención en el artículo:

el ibuprofeno

Saludos cordiales
Eva